El Barco de Ávila Es uno de los pueblos más importantes y también más bonitos de la provincia abulense.
Historia, patrimonio, naturaleza y gastronomía se dan la mano en un rincón único que, si aún no habéis visitado, debéis hacerlo cuanto antes.
QUÉ VER EN EL BARCO DE ÁVILA
Nosotros hemos visitado El Barco de Ávila una cuantas veces ya y la verdad es que nos encanta. ¿Quieres saber qué ver y qué hacer en El Barco de Ávila? Pues acompañadnos en nuestro recorrido por este pueblo tan bonito.
EL BARCO DE ÁVILA Y EL TORMES
Nuestra visita comenzó a orillas del Tormes, el río cuya presencia vertebra el día a día del pueblo.
Con sus aguas se riegan los campos de judías que han hecho mundialmente conocido a El Barco de Ávila. Y sobre él cruza una de las joyas arquitectónica del pueblo: su puente románico.
Así que nuestros primeros pasos nos llevaron al puente. Lo cierto es que no se sabe con exactitud cuándo fue construido. Pero sí que tuvo que ser reconstruido en el siglo XII, por lo que su estilo es principalmente románico.
Desde el puente, como desde otros muchos lugares del pueblo, se tienen unas vistas privilegiadas de la Sierra de Gredos. Está a sólo un paso. Y por eso no nos extraña que se conozca a El Barco de Ávila como ‘La puerta de Gredos’.
El puente tiene ocho arcos y una longitud de una 125 metros. Se puede cruzar caminando por él. Pero debéis tener cuidado porque también circulan coches por el mismo. ¡Y en las dos direcciones!
LA LEYENDA DEL CRISTO DEL CAÑO
Aún así, con cuidado, os recomendamos que lo crucéis. Porque además es la mejor manera de llegar a la ermita del Santísimo Cristo del Caño.
La leyenda cuenta que una crecida del río llevó al pueblo la imagen del Cristo, que apareció junto al puente. Los barcenses llevaron al Cristo a la iglesia. Pero a la mañana siguiente volvió a aparecer junto al río. Y así varias veces. Por ese motivo decidieron que el Cristo quería permanecer allí y le construyeron una ermita.
Eso ocurrió en el siglo XIII. Y en el XVI, al reconstruir el edificio, apareció una corriente de agua que dio lugar a la fuente de los tres caños de la que aún hoy sigue brotando agua.
UN PASEO POR LA ALAMEDA
Tras deshacer el camino por el puente, al que también se le llama ‘El puente viejo’, decidimos conocer la zona de La Alameda.
Se trata de un agradable recorrido a orillas del Tormes que los barcenses practican mucho. Arranca junto al puente románico.
Las sombras de los álamos invitan desde luego al paseo. Y los niños lo disfrutan un montón: pueden correr en libertad y hay una zona con columpios.
MUSEO DE LA JUDÍA DE EL BARCO
También a los pies del puente románico nos encontramos con una de las visitas obligadas cuando de El Barco de Ávila se trata.
Os hablamos del Museo de la Judía, la auténtica estrella de la gastronomía barcense.
De hecho, esta legumbre cuenta desde 1989 con la primera Indicación Geográfica Protegida (IGP) de las leguminosas.
El museo es gratuito y tiene un fuerte contenido didáctico. A nuestras hijas les gustó mucho. Sobre todo la proyección en 3D. Con ella empieza la visita y, además, te aporta muchos datos sobre la historia de El Barco de Ávila, su entorno y, cómo no, la judía.
El museo se divide en dos plantas. En la primera se exhiben muchos de los aperos necesarios para el cultivo de la legumbre. Y se reproduce una cocina tradicional barcense.
Y en la segunda, en la que nos encontramos hasta un burrito, diversos paneles explicativos recorren todo el proceso del cultivo de la judía.
Aquí os ampliamos nuestra visita al Museo de la Judía.
LA MURALLA Y LA PUERTA DEL AHOGADO
Al salir del museo decidimos ir a conocer los restos de la muralla de El Barco de Ávila. Porque la localidad estuvo en su día totalmente amurallada. Evidentemente no es como la Muralla de Ávila, pero su presencia en el pueblo habla de su importante pasado histórico.
Hoy, de esta construcción del siglo XII quedan unos cuantos paños y una puerta: la del Ahorcado.
Dicen que se llama así porque en el siglo XVI se ajustició en ese lugar al alcalde del pueblo.
LA PLAZA MAYOR
Callejeando regresamos al centro de El Barco de Ávila. Y aparecimos en su Plaza Mayor o Plaza de España.
Es el punto de encuentro para los vecinos y turistas que acuden durante todo el año al pueblo.
Se trata de una plaza porticada repleta de bares y comercios, llena de vida, y en la que encontramos edificios emblemáticos de patrimonio barcense. Como la Casa del Reloj o una preciosa edificación en una esquina, coronada con una crestería que en su día estuvo en el Castillo de Valdecorneja.
Nosotros tuvimos la inmensa suerte de que el día de nuestra visita en la plaza había una fiesta.
Así que pudimos disfrutar del folklore de la localidad, con baile de jotas y música de gaitilla, castañuelas y tamboril. Con un concurso de migas y hasta con una cucaña. Desde luego la plaza estaba de lo más animado.
En la plaza, por cierto, aprovechamos para comprar unas judías de El Barco. Lo hicimos en uno de los comercios tradicionales de El Barco de Ávila, Judías Coronado. ¡Ya os diremos cómo nos quedaron, ja,ja!
A LA HORA DE COMER… ¡JUDÍAS!
Sólo espero que nos queden la mitad de buenas que estaban las que comimos en Casa Lucio, otro clásico de El Barco de Ávila. Se encuentra justo al lado del Ayuntamiento.
Unos amigos de El Barco nos habían recomendado comer allí y desde luego que acertaron.
El trato, estupendo, y las judías, deliciosas, acompañadas de chorizo y oreja. ¡No dejamos ni una en el plato!
UNA CÁRCEL EN EL BARCO DE ÁVILA
Después de comer decidimos ir a conocer el Castillo de Valdecorneja.
Desde la plaza el camino más directo es la Calle Mayor, llena de comercios que estaban en su mayoría abiertos en un día festivo, cosa que se agradece.
En esta calle, la arteria principal de El Barco, nos encontramos con algunos de los edificios con más historia de la localidad, como la Casa de los Balcones o la Casa de Recaudación.
Aunque sin duda, con lo que más alucinaron las niñas fue con la Cárcel Nacional. Sí, sí, la cárcel. De hecho, aún se aprecian los calabozos y el pozo del que se surtían sus habitantes.
Afortunadamente hoy esas dependencias tienen usos mejores, como la Biblioteca Municipal y varias salas de exposiciones. Además, en el patio puede verse una gran maqueta de cómo se supone que era El Barco en el siglo XVIII.
EL CASTILLO DE VALDECORNEJA
Y de la cárcel saltamos al Castillo de Valdecorneja.
De él se conserva el exterior: una edificación de planta cuadrangular desde la que se domina el valle y el río Tormes.
El Castillo de Valdecornea se construyó en el siglo XII. Pero tuvo que ser prácticamente reconstruido en el siglo XIV. Y después, muchos han sido los cambios que ha sufrido. De hecho, hay que echarle imaginación para hacerse una idea de cómo fue en su época. O contemplar algunos de los edificios de El Barco de Ávila, que lucen partes del castillo, como la crestería que os mencionábamos antes.
A día de hoy, además de sus muros y sus torres, se conserva la torre del homenaje. Pero no puede entrarse en ella.
Sí se puede disfrutar de su interior, convertido en la actualidad en un espacio cultural, sobre todo en los meses de verano.
Ahora, sus únicas inquilinas son las cigüeñas, dueñas y señoras del castillo en sus alturas. Seguro que ellas tienen mejores vistas de las que ya de por si se tienen desde las inmediaciones del castillo.
Acceder al castillo es gratuito. Se encuentra abierto durante todo el día.
IGLESIA DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA
Después de pasar un buen rato en el castillo (alrededor tiene una buena explanada en la que los niños pueden correr con tranquilidad) decidimos caminar hacia la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora.
Junto a ella nos sorprendió encontrar también la ermita de San Pedro de El Barco, construida sobre la parcela en la que estaba la casa en la que nació este santo en 1088. Un santo que es, por cierto, el patrón de la localidad.
Se terminó de construir a finales del siglo XIV. Y fue declarada monumento histórico-artístico nacional en 1931. De ella destaca su enrejado y su torre.
¡Ah! Muy cerquita de ella nos encontramos con la calle de la Gallareta, la calle más corta y estrecha del pueblo. Desde luego, tiene su encanto. Se llama así porque en sus inmediaciones se encontraban las granjas de gallos reproductores.
Esta calle, además, nos recuerda que El Barco de Ávila conserva en su casco histórico el entramado medieval de siglos pasados
DATOS PRÁCTICOS EL BARCO DE ÁVILA
¿Qué os ha parecido este recorrido por El Barco de Ávila?
Antes de despedirnos os queremos dejar unos cuantos datos prácticos.
Para llegar a El Barco desde Ávila debéis tomar la N-110. Nosotros tardamos una hora y cinco minutos.
Existen varias zonas de aparcamiento: o bien por las calles del pueblo o en las afueras. Tenéis una zona de aparcamiento en La Alameda. Desde allí no tardáis nada en llegar andando al centro del pueblo.
Contáis con una Oficina de Turismo. Se encuentra en la plaza del pueblo.
Y os pueden informar también en el Espacio Cultural, a la entrada del pueblo, en la plaza de la Constitución.
Allí os pueden facilitar un plano e indicar cómo podéis organizar la visita.
EXCURSIONES CERCA DE EL BARCO DE ÁVILA
Si además de visitar El Barco de Ávila tenéis más tiempo y queréis disfrutar de la provincia de Ávila, entonces estáis de enhorabuena porque tenéis un montón de lugares maravillosos por descubrir muy cerca.
Por ejemplo en la zona de Gredos os recomendamos algunas excursiones chulísmas. Pinchad en los enlace para saber más:
Y también cerca de El Barco de Ávila podéis visitar el Castillo de El Mirón o acercaros a Bonilla de la Sierra que es otro pueblo precioso. Por allí también tenéis el Molino del tío Alberto que es muy curioso de ver.