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El Monasterio de Guisando

El Monasterio de Guisando desprende magia. Es uno de esos lugares que te transportan a otras épocas. Tiempos lejanos (y no tanto) que nos hablan de eremitas, nobles, cuevas escondidas y grandes incendios.

Ubicado en el término municipal de El Tiemblo y vecino ilustre de otro de los monumentos históricos de la provincia de Ávila, los Toros de Guisando, del Monasterio de Guisando nos quedan hoy unas maravillosas ruinas románicas que bien merecen una visita. Entre sus muros se esconde la historia de una edificación cuyo origen se remonta al año 1375. Casi 700 años de vida que dan para mucho. De ellos os hablamos en un artículo con el que, ante todo, queremos que se os despierten las ganas de visitar esta joya de Ávila: uno de los lugares que, desde ya, está en nuestro ‘top ten’ en la provincia.

Vistas aéreas monasterio
El Monasterio de Guisando, visto desde las alturas.
EL CERRO DE GUISANDO

El Monasterio de Guisando, uno de los tres primeros de la orden de San Jerónimo, se encuentra en el cerro del mismo nombre. Se trata de un precioso paraje natural de bosque mixto. Pinos piñoneros, encinas, robles, fresnos, arces de montpellier… se suceden en el camino que debe recorrerse antes de llegar al monumento.

Subida al monasterio
La subida al monasterio resulta un paseo súper agradable y muy recomendable.

Se trata del antiguo camino de carretas del monasterio. Y de un paseo súper agradable y de gran riqueza medioambiental. De hecho, contribuye en buena medida a que el conjunto de los Toros de Guisando, el monasterio y sus cuevas esté declarado desde el año 1954 Paraje Pintoresco. Los dos primeros, además, están considerados Bien de Interés Cultural (BIC).

Todo esto nos lo descubrió Julián, actual responsable del monumento, descendiente de la Marquesa de Castañiza y todo un experto en la historia y el entorno del monasterio. Él es, además, uno de los guías responsables de la visita guiada al monumento, modalidad en la que debe ser recorrido.

Monasterio de Guisando
El Monasterio de Guisando, visto desde el camino que lleva al conjunto monumental.
LA CASA DE LEGOS. O LA CASA DE JUANA

Tras un paseo de unos 15 minutos, se llega al monasterio. Y la primera impresión no puede ser más alucinante. Los jardines románticos diseñados a comienzos del siglo XX por la marquesa de Castañiza, de la que os hablaremos más adelante, te trasladan en el tiempo.

Llegada al monasterio de Guisando
Ésta es la primera imagen que se tiene del monasterio.

Adornados con restos movidos desde el claustro del monasterio, en los jardines destaca también la presencia de una alberca, propia de los monasterios jerónimos. Con suerte, veréis algún animalito…

alberca del Monasterio de Guisando
A la búsqueda de peces…

Y, por supuesto, la conocida como Casa de Legos, la edificación más antigua de todo el conjunto. Ésta era la casa de labor de Juana Fernández, noble castellana que vivía en Ávila y que también juega un papel fundamental en la historia del monasterio. De ella nos encantó el pórtico, creado con las columnas del claustro de Novicios.

jardines románticos
Otro detalle de los jardines románticos del conjunto monumental.

Pero también los restos que, dejados al estilo romántico en distintos sitios del jardín, evocan épocas pasadas.

arco
Precioso rincón del jardín.
LOS ERMITAÑOS Y LAS CUEVAS

Pero para comprender la magia del Monasterio de Guisando hay que comenzar hablando del origen de todo.

En el año 1335, cuatro eremitas de la zona de la Toscana, en Italia, que seguían a un terciario franciscano, llegaron a esta zona. Encontraron una cueva que tenía como bóveda un enorme peñasco. Y aunque en un primer momento vivieron allí, más adelante, al ir encontrando otras pequeñas cuevas vecinas, decidieron dedicar la primera y más grande a ermita y residir cada uno de ellos en las cuevas pequeñas.

cuevas monasterio
Los primeros monjes habitaron en estas cuevas.

En un primer momento bautizaron a la cueva ‘Cueva de Belén’, al haber sido San Jerónimo ermitaño en Tierra Santa. Posteriormente se la llamó Virgen de la Cueva. Y ya a finales del siglo XV se bautizó como Cueva de San Patricio, quizá por la emigración procedente de Irlanda de aquella época.

cueva de san patricio
Acceso a la cueva de San Patricio.
LA APARICIÓN DE LA VIRGEN

Estos sufridos eremitas vivieron durante 20 años a base de limosnas y de las hierbas y frutos que les daba el campo. Cuenta la leyenda, que cansados de esas extremas condiciones de vida decidieron abandonar el lugar. En la marcha se quedaron dormidos. Y todos ellos soñaron con la Virgen y con la orden dada por Ella de que regresaran, prometiéndoles que se construiría en Guisando un monasterio digno para hospedarles.

Así lo hicieron. Y quiso la fortuna que Juana Fernández, aya de la Infanta Leonor, hija del Rey de Castilla, les donara la su casa de labor, un terreno y algo de dinero para que edificaran ese monasterio. A estas ayudas se sumaron, además, las aportadas por Jimena Blázquez y la Reina Juana, esposa de Enrique II.

monasterio de guisando
Otro momento de nuestra visita.

Así que, entre esas ayudas y los movimientos dados desde el obispado de Ávila y el arzobispado de Toledo, se organizó a los ermitaños dándoles una regla clara. Y así, junto con los eremitorios de San Bartolomé de Lupiana (en Guadalajara) y La Sisla (en Toledo), el de Guisando pasó a convertirse en uno de los tres primeros monasterios castellanos de la Orden de San Jerónimo.

EL PRIMER MONASTERIO

Fue en 1375 cuando el Papa Gregorio XI aprobó la edificación del Monasterio de Guisando.

Con fray Alonso Rodríguez de Viedma, primer prior, de Guisando, se construyó entonces un ‘claustrico’ pequeño y pobre, una primera capilla, la sala capitula, el refectorio y una pequeña hospedería. Pero en 1546, un incendio (el primero de los tres que ha sufrido el monasterio) lo arruinó todo.

En el siglo XV, Don Alonso de Fonseca, Obispo de Ávila, ayuda económicamente en la construcción del Claustro Principal de Guisando, en estilo Gótico Isabelino. 

ventana perlado abulense
Mirad qué maravilla de ventana.
LA ÉPOCA DE ESPLENDOR

Tocaba, pues, volver a levantar el monasterio. Pudo hacerse con la ayuda del Marquesado de Villena y de otras donaciones. Gracias a ello, se construyó un monasterio con capacidad ya para 50 frailes, con patios y con dos claustros.

Uno de ellos era el claustro alto o claustro de los Novicios. De él se conserva el espacio y sus columnas. Aunque no en el mismo claustro. La marquesa de Castañiza movió sus arcos y columnas al pórtico de la Casa de Legos, donde se encuentran en la actualidad.

Claustro de los Novicios
Del claustro de los novicios queda el espacio y algunos detalles. Buena parte del mismo se trasladó a los jardines.

Pero aún hoy, en el espacio donde estuvo el claustro de los novicios se conservan los agujeros en los que estaban las columnas. Y el arco de la puerta de entrada, de estilo gótico isabelino. Tuvo que ser, sin duda, un lugar precioso.

¡Ah! Y también puede verse aún la lápida del sepulcro del canónigo Francisco Rascón. Pequeños retazos de la apasionante historia de este lugar.

EL CLAUSTRO PRINCIPAL

Y el siguiente claustro, el claustro bajo o principal, se construyó en la época del emperador Carlos V y es de estilo gótico o isabelino. La verdad es que es una maravilla de lugar.

claustro principal
La vegetación está presente en toda la visita.

Nos encantaron su arcos y su ajardinamiento. Y encontrar detalles como el escudo del monasterio: con dos carneros, la cinta arzobispal y la flor de lis.

claustro principal
El claustro principal es realmente imponente.

Desde luego, este claustro es uno de los puntos fuertes de las ruinas del Monasterio de Guisando. Aunque, por supuesto, no es el único.

detalle de la arcada
Otro detalla del claustro principal.
LA IGLESIA

En esto ‘compite’ con los restos de la iglesia del conjunto. Ésta fue lugar de oración para los frailes jerónimos en la época de esplendor del monasterio (entre 1550 y 1808). Y ahora se ha convertido en un lugar que recuerda a películas de aventureros perdidos en continentes lejanos y entre cuyos muros y arcos se puede aún imaginar la vida de estos religiosos.

iglesia monasterio guisando
La iglesia es un espacio realmente evocador.

Nos contó Julián que esta maravillosa iglesia, del siglo XVI, fue obra de Pedro de Tolosa. Y que en ella se aprecia la estructura típica de los templos de los monasterios jerónimos: con el púlpito justo en frente de la entrada, al modo de las órdenes hospitalarias.

púlpito jerónimo
El púlpito se conserva en muy buen estado. Con cuidadito, se puede subir a él.

Púlpito cuyos restos hoy se conservan, por cierto. No así la inmensa mayoría de las joyas que tuvo en su día. Como un maravilloso coro de madera que ahora puede contemplarse en la iglesia de San Antolín, en Medina del Campo. Allí fue a parar por la donación que el propio Monasterio de Guisando hizo en el siglo XVIII cuando decidió ampliar su coro.

acceso a la iglesia
Acceso a la iglesia del monasterio.

De estilo preherreriano, en esta iglesia nos llamó también mucho la atención la vegetación que le da ese toque especial. Tanto en el interior como en el exterior. De hecho, la inmensa hiedra que la recubre por fuera es centenaria: ya en el libro de constitución del monasterio, del siglo XVII, se hablaba de ese tapiz vegetal que aún hoy puede contemplarse.

hiedra
Una histórica hiedra recubre la parte trasera de la iglesia.
LA COCINA, EL REFECTORIO Y LAS GALERÍAS

Desde la iglesia se accede al claustro principal, del que ya os hemos hablado. Y desde él, además de al claustro de novicios, a otras dependencias del monasterio.

A nosotros nos encantó conocer la cocina y el antiguo refectorio, donde comían los monjes. Allí se conservan las escaleras para el puesto del lector y sus arcos. Y todavía pueden verse colgadas las cuerdas de las que pendía el tabaco se que secaba allí durante la época de la Marquesa de Castañiza.

refectorio
Interior del refectorio del Monasterio de Guisando.

Desde allí nos dirigimos a las galerías superiores del claustro principal. Como en un viaje en el tiempo, y gracias a las imágenes que conserva Julián, pudimos ver cómo estaban vestidas durante la época en la que la marquesa de Castañiza, una mujer adelantada a su época, habitó el monasterio. Ella lo llenó de vida gracias a su pasión por la jardinería y su espíritu emprendedor. De hecho, llegó a montar una granja avícola en la misma, entre otros negocios.

galería superior claustro
El antes y el después de la galería superior del claustro principal.

Por desgracia, todo se quemó en el último de los tres incendios de la historia del monasterio: el sucedido en 1979 y que afectó sobre todo al claustro principal.

Claustro que, por cierto, ya había sufrido otro gran incendio a principios del siglo XIX, durante la ocupación francesa. En aquel momento, las tropas de Napoleón incendiaron gran parte del monasterio, incluyendo la iglesia y la ermita de San Miguel.

galería superior
Otro detalle de la arcada superior.
LA ERMITA DE SAN MIGUEL

La ermita de San Miguel es la mejor guinda para una visita tan especial. Se encuentra en lo alto del cerro y fue obra del segundo marqués de Villena, a finales del siglo XVIII.

ermita de san miguel
Ascensión a la ermita de San Miguel.

Situada por encima de la cueva de San Patricio (la ermita rupestre de la que os hablamos antes) a ella se llega tras una pequeña ‘escalada’.

ermita de san miguel
Acceso a la ermita de San Miguel.

Pero creednos que ese último esfuerzo merece la pena. Y no sólo por poder contemplar un edificio de estilo renacentista y que fue el único con bóveda de crucería del conjunto monumental (cuya clave, por cierto, ahora se encuentra adornando los jardines de acceso al monasterio). Sino porque desde allí se tienen las mejores vistas del Monasterio de Guisando. Sencillamente, espectaculares.

cruceta
Clave de la bóveda de la ermita de San Miguel.

Bueno, del monasterio y de toda la zona. De hecho, puede contemplarse la antena espacial que la ESA tiene en la localidad vecina de Cebreros, por poneros un ejemplo de las curiosidades que podréis contemplar desde las alturas.

antena robledo chavela
El monasterio es tan chulo que tiene hasta antena espacial, ja,ja.
CÓMO VISITAR EL MONASTERIO DE GUISANDO

Si os hemos dado un poquito de envidia y ya estáis deseando visitar el Monasterio de Guisando sabed que es súper fácil hacerlo. Tan sólo tenéis que reservar vuestra entrada en la página web del monasterio. Elegís el día en el que queréis ir y la modalidad.

toros de guisando
El monasterio, visto desde el conjunto arquitectónico de los Toros de Guisando.

La visita, que es siempre guiada, puede hacerse en lanzadera (en este caso os suben en coche hasta el monasterio, pero no hacéis el paseíto del que os hablábamos al comienzo). O a pie, modalidad que nosotros os recomendamos.

El precio es de 12,50 euros en lanzadera. Y de 8,50 euros si se hace andando. Los menores de 14 años no pagan pero, eso sí, deben ir siempre acompañados de adultos.

claustro princial
Otra vista del Monasterio de Guisando desde las alturas.

Recordad llevar agua, protección para el sol y calzado cómodo.

CÓMO LLEGAR

Llegar al Monasterio de Guisando también es súper fácil. Se llega, tanto desde Madrid como desde Ávila por la N-403. A la altura del kilómetro 83 encontraréis un desvío hacia la AV-904. Y en tan sólo dos kilómetros encontraréis el monumento de los Toros de Guisando. Será allí donde deberéis presentaros para poder comenzar la visita.

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